viernes, 28 de mayo de 2010

Howard Hughes era un gurú de las nuevas tecnologías.




Bueno, en realidad no era un gurú. El no pretendía convencer a nadie de lo buenas que eran las nuevas tecnologías. Simplemente veía lo que se podía hacer con ellas y se ponía manos a la obra para ofrecer servicios que nunca nadie antes que él se habían ofrecido y que intuía serían un bombazo.

Apostó por el cine sonoro, y por la aviación comercial. Vaya ojo que tenía el gachó. Pero además tenía el ojo en el momento en el que el 99% de las personas estaban atemorizadas por la peor crisis bursátil del siglo XX. La de 1929.

El decía ¿Crisis? Yo no veo más que oportunidades. Ya había apostado por el cine mudo, y estaba haciendo la película de más alto presupuesto de su época. Se encuentra con que alguien inventa el cine sonoro. Y se dio cuenta de que eso era el futuro. Paró la película y le incorporó sonido a la misma.

¿Qué tal era la película? Una castaña en la que el sonido no era más importante que la decoración. Un auténtico pegote. Esa película no podía ser buena, pero para hacer las maravillas que se hacen ahora se tenía que pasar por esa fase de experimentación.

¿Y en la aviación comercial? La misma historia. Lo ve, se lanza, trabaja como un poseso. Lidera un equipo que lo sigue a ciegas porque éstos se dan cuenta de que están ante un tipo excepcional.

En resumen: da un empujón a ambos sectores como posiblemente nadie en el siglo XX lo hiciera.

Alguien se preguntará cómo puedo ensalzar la figura de un auténtico tarado, con unos problemas mentales de tres pares, una ambición absolutamente desatada, unas relaciones con la CIA un poco tortuosas y una manera de hacer negocios bastante poco ética en gran parte de su vida. La vida me ha enseñado que todos tenemos algo de barro. Me quedo con algunas personas en su totalidad, pero en general trato de fijarme en determinadas facetas específicas de cada individuo que me interesan sin que me tenga que convencer la persona en su conjunto.

Cuando miro a este hombre con los pies de barro (tenía barro a raudales), y repaso lo que hizo, miro mi propio barro y me doy cuenta de que estoy perdiendo el tiempo. Que hay que ponerse en marcha.

¿Se parece esta etapa que vivimos a la de 1929? Como 2 gotas de agua.

En los momentos de crisis es de donde salen las ideas más geniales. Nos encontramos en el momento de cambio más grande de la historia En los momentos de cambio se reparten nuevas cartas. Qué estás haciendo tú para recibir buenas cartas?

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