martes, 3 de agosto de 2010

EMPRESA FAMILIAR


Emprender en la empresa familiar

Ver la oportunidad donde la mayoría ve el problema es el secreto detrás del que se esconde el éxito de los hombres que crearon grandes empresas familiares como, por ejemplo, Leche Pascual, Mercadona, Inditex, Ferrovial y otras muchas que surgieron merced a la incansable entrega al sueño de crear.

Según la Real Academia Española, emprender significa «acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro». Pero ser emprendedor va más allá de esta definición. Si hubiera que destacar algunas de las características más importantes que definen a un emprendedor, hoy éstas serían la innovación y el riesgo, pero no hay que olvidar otras como el deseo de `autorrealización´, la necesidad de independencia, el `autocontrol´ o la tolerancia a la incertidumbre.

Desde todos los ámbitos relacionados con el tema se está haciendo un gran énfasis en la sucesión y la planificación patrimonial, pero esto puede ser irrelevante si las empresas familiares no infunden el espíritu emprendedor en las generaciones que les suceden. Éste hace que el traspaso de poder vaya acompañado de una renovación estratégica y organizativa que contribuya a revitalizar la empresa y la familia. Para ello es necesario que la generación al mando confíe en la siguiente generación y le dé oportunidades tanto para desarrollarse fuera de la compañía como para conocer y querer la propia.

Enseñar a los hijos cómo identificar y evaluar oportunidades de negocio y abrir nuevos mercados, es una de las principales tareas que deben plantearse a la hora de pensar en el futuro. Éste es uno de los elementos clave para conseguir que su patrimonio tenga continuidad y asegurarse de que la empresa pasará a las siguientes generaciones. Es necesario hacer que la familia comparta los mismos valores y, a continuación, desarrollar las habilidades emprendedoras de cada miembro. Al mismo tiempo, la familia ha de fomentar la autonomía de los miembros porque, tal como sostiene el profesor Miguel Ángel Gallo, «la capacidad emprendedora crece con el incremento del nivel de autonomía conferido a las personas».

Todos somos testigos de cómo las nuevas tecnologías están cambiando la manera de hacer negocios, y de cómo para mantenerse competitivos los empresarios necesitan adaptarse a la época de la globalización liderada por las `puntocom´, la deslocalización y la `private equity´. Sin embargo, hay algo que no cambia. Es el espíritu emprendedor que perdura a lo largo del tiempo, recorta las distancias y abre los horizontes, suscitado por el incansable deseo de crear que guía a los más atrevidos. En estos tiempos difíciles, las empresas familiares han demostrado ser valientes y siguen apostando por el futuro, en gran medida, gracias al deseo y el entusiasmo de las personas que se atrevieron a soñar en su día: el de los emprendedores.

Por
Alfonso Cebrián Díaz